Es gracioso lo que uno llega a creer.
Sin ir más lejos, yo me llegué a creer todo lo que me dijeron. Lo prometo. Realmente pensaba que podía aspirar a algo mejor, que si me esforzaba haría de mi ficción, una realidad. Realmente pensé que esas sonrisas iban dirigidas a mí y que tus suspiros eran un reclamo por mi ausencia.
Es gracioso todo lo que está pasando porque por un momento, por efímero que fuera, creí sinceramente que había encontrado un cuento de hadas en el que vivir. Creí en tus lágrimas suplicando mi perdón y en tus abrazos de reconciliación. Creí en tus palabras y no me fijé en tus gestos.
Es gracioso porque necesitaba creer en algo y tú y todos me distéis ese algo y ahora... Ahora ya no tengo nada en lo que creer. Ahora, soy, otra vez, un alma a la deriva, sin rumbo fijo. Me dedico a deambular por ningún lado y por todos los rincones en busca de ese algo que me habéis arrebatado. Soy un cuerpo sin corazón ni razón que se ha cansado de sonreír y de llorar.
Es gracioso porque, por un instante, llegué a pensar que todo ese dolor valía la pena. Aún recuerdo cuanto quería deshacerme de ese vacío que sentía. Y lo hice. Y lo vuelvo a sentir. Ahora ya no tengo nada que extrañar. Ese vacío que tanto intenté hacer desaparecer ha vuelto conmigo, aquí es donde debe estar.
Es gracioso porque quise imaginar que esta no era mi verdadera naturaleza y, sin embargo, la vida ha vuelto a hacer su trabajo. Gracias por recordarme la verdad. Es gracioso porque conseguí ser la protagonista de mi propia película de ciencia ficción pero ya se sabe lo que dicen... Toda película tiene su principio y su final. Final que ha tardado en llegar pero que nunca falta.
Es gracioso porque confié a ciegas. Te llamé amiga. Te llamé amado. Te llamé familia. Es gracioso porque ahora veo que estoy sola. Que solo una estúpida loca como yo se permitiría soñar en fantasías de niña pequeña para, después, hundirse con ellas.
Es gracioso lo que uno llega a creer pero más gracioso es lo que uno se empeña en seguir creyendo. Toda esta situación irreal es graciosa porque, a pesar de todo, solo quiero que me dejes llamarte amado entre susurros. Solo quiero que tú, amiga, llegues a ser real. Solo quiero que me quieras tal y como soy: sin peleas, sin reproches, imperfecta.
Es gracioso porque, por un segundo, pensé que encontraría a alguien que me devolvería la fe.
Es gracioso porque echaba de menos esta sensación de control en medio del caos.